LA NUBE en d'Yverdon-les-Bains, de Diller + Scofidio

Comienza hoy a publicarse NUBES ROSAS, una serie de artículos que muestran arquitecturas surgidas al establecer un compromiso entre la cultura contemporánea y el medio ambiente.
La disciplina de la arquitectura está en la actualidad más indeterminada que nunca. Esto se debe a la continua incorporación de nuevos compromisos sociales, culturales y medio ambientales y, por ello, que uno siempre haya desconfiado de aquellos que tajantemente discriminan lo que es de lo que no es arquitectura. Una vez más, son los miedos e inseguridades ante lo desconocido lo que puede atarnos a unas realidades ya vividas pero que dan la espalda a nuevas situaciones. Así, por ejemplo, la preocupación por el deterioro del medio ambiente y la escasez de recursos naturales es un nuevo marco de referencia donde la energía ha de ser valorada como materia prima a la hora de proyectar arquitectura.
NUBES ROSAS es una colección de escritos que describen aquellas arquitecturas experimentales que difuminan los límites entre lo natural y lo artificial. La noción de reciclaje, las nuevas formas y efectos que surgen por la utilización de nuevos materiales, o determinadas acciones arquitectónicas que han salvado la tala de árboles; todas ellas son líneas de investigación de unos proyectos que aúnan pensamiento y sentimiento, y que, consecuentemente, ponen en entredicho la creencia generalizada que en cada cultura esos dos conceptos son interdependientes.
Si bien el nombre de esta serie fue acuñado como arma arrojadiza por aquellos que desconfían del carácter interdisciplinar que tiene la arquitectura, se ha adoptado aquí por la belleza que connota y como forma de reivindicar el inmenso valor de esos trabajos de investigación al plantear dudas sobre ideas preestablecidas. ¿Quién no recuerda la "arquitectura de papel" de hace tres décadas? Así denominó un sector crítico a propuestas arquitectónicas que, por entonces, no podían construirse y que, sin embargo, con el tiempo han abierto nuevos caminos e incluso se han llegado a edificar de forma paulatina. Los proyectos analizados en NUBES ROSAS ya son obras construidas y de entre todas ellas, sin duda alguna, no hay mejor ejemplo para comenzar la serie que con un edificio que es en sí mismo una nube: la Nube artificial del matrimonio de arquitectos Elizabeth Diller y Ricardo Scofidio.
Extasia
"Imagina un edificio hecho de niebla y que flota sobre un lago. Es del tamaño de un campo de fútbol, cumple todas las normativas de la construcción, y es simultáneamente una investigación conceptual de la idea de transparencia y el entorno construido. Un edificio en el que puedes entrar, pasear y respirar." De esta forma presentó el estudio de arquitectura neoyorquino Diller + Scofidio su proyecto para el concurso de la Expo Suiza 2002 en d'Yverdon-les-Bains, al norte de Ginebra. Bajo el nombre de "Extasia", Elizabeth Diller y Ricardo Scofidio constituyeron un equipo con artistas y arquitectos de Rótterdam, Zurich y Berna para organizar todo el complejo, una fructífera colaboración que resultó ganadora en el concurso.
La idea básica de la exposición era la de enlazar los conceptos "Yo y el universo, sensualidad y sexualidad" a través del poder de los sentidos. El emplazamiento fue dividido en ocho partes, cada una con un nombre específico: A la primera zona, denominada "Barrio caliente. Llegada a Yverdon-les-Bains", le seguían sugerentes designaciones como "Perfume y seducción. Expopark", "Caricias inciertas. Mediacut, objetos en el parque", "Laberinto de emociones. Nube", "Fusión de los sentidos. Foro y exposiciones", "Plenitud", "Caídos en la trampa. Al borde del lago", y por último, "Muelle con vista infinita sobre el lago". En todas ellas los temas planteados fueron el acercamiento, la seducción, el contacto, el pánico de los sentidos y, sobre todo, la atracción por lo desconocido.
Diller y Scofidio trabajaron en la zona "Laberinto de emociones. Nube" y proyectaron un edificio sobre el lago Neuchâtel, propuesta que ha llegado a ser el elemento central de la exposición. Consiste en una plataforma que puede acoger a 400 visitantes y que está suspendida de una estructura metálica de 100 metros de longitud, 65 metros de ancho y 25 de alto. Todo el conjunto está inmerso en una niebla artificial que se consigue al pulverizar pequeñas gotas del agua que se bombea del lago. Son 31.400 boquillas conectadas por un sistema de tuberías de alta presión que alcanza 24 kilómetros de longitud las que pulverizan innumerables gotas de un diámetro comprendido entre 4 y 10 micras, unas partículas de agua tan diminutas que la mayoría de ellas permanecen suspendidas en el aire.
Una serie de experimentos en los que se tuvieron en cuenta la velocidad y la dirección del viento, la temperatura, la presión , la humedad y la temperatura de rocío, sirvieron para determinar el suficiente número de boquillas necesarias para saturar el aire con un efecto idéntico al de una nube. Un sistema informático ajusta la intensidad de los rociadores conforme a las condiciones meteorológicas y asegura que la niebla sea siempre visible. Con fuertes vientos, el edificio se expande y forma una larga estela de niebla; con aire fresco, la dispersión es suave; y dependiendo de la temperatura del aire, la niebla asciende o desciende.
Ángel Bar
Al cruzar el largo puente de acceso sobre el lago, el visitante va perdiendo la orientación puesto que las referencias ópticas desaparecen gradualmente en un entorno absolutamente blanco. Dentro de la Nube todo es brumoso, sin objetos, sin profundidad, sin escala, sin volumen, sin masa, sin superficie, sin contexto ni contraste. La noción del tiempo se reduce completamente a cero.
Sobre la gran plataforma del edificio, los visitantes encuentran el bar Ángel, un lugar para descansar y donde sólo se sirve agua. Allí uno puede elegir entre una amplia selección de agua embotellada procedente de todos los lugares del mundo y que incluye una selección especial de glaciales y de los Polos. Desde la barra del bar, la experiencia es como la de estar en un avión sobre las nubes y disfrutar del panorama del cielo, una sensación de vacío que se interpreta al límite.
Tecnología y emociones
El proyecto también contemplaba que, antes de entrar en el edificio, los visitantes debían contestar un formulario cuyas respuestas quedaban registradas en el ordenador central del edificio. Esas respuestas nos ofrecen información sobre el estado psicológico de la persona, su personalidad y predilecciones. Acto seguido, uno se viste con un chubasquero que, en realidad, es un impermeable inteligente que ha sido programado con las respuestas de todos los visitantes. El efecto especial que produce estos chubasqueros es el intercambiar información entre los visitantes de forma espontánea. Así, puede pasar que tu chubasquero empiece a sonrojarse al reconocer pasiones o intereses similares cuando te cruces con un desconocido.
Aunque nuestra cultura nos haya inculcado unos modos de conducta y nos haya educado nuestra forma de expresión acorde con ciertas reglas, en este edificio Nube, la tecnología permite al hombre expresar sus sentimientos tal y como éstos son en realidad.
Estamos obsesionados con la percepción de la vista y atrapados por la calidad de la imagen hasta el punto de considerar lo borroso como algo que nos provoca duda y escepticismo. Se podría generalizar afirmando que una imagen desenfocada esconde algo y crea desequilibrio. Sin embargo, Diller y Scofidio cuestionaron esta creencia. En su edificio la niebla otorga a las personas una libertad de expresión y desvela esa imagen clara del otro que siempre buscamos. Abrigados con chubasqueros inteligentes, los visitantes exteriorizan sus sentimientos, independientemente del físico, género, o nacionalidad. Lo que comenzó siendo una investigación sobre un elemento característico del lugar, el lago, derivó en el empleo del agua como material de construcción que permite a los arquitectos establecer un ambiente de comunicaciones honestas.

Pie de fotos:
1. Elizabeth Diller (1954) y Ricardo Scofidio (1935), arquitectos.
2. Con fuertes vientos, el edificio se expande y forma una larga estela de niebla; con aire fresco, la dispersión es suave; y dependiendo de la temperatura del aire, la niebla asciende o desciende.
3. La estructura se basa en el sistema de Tensegridad elaborado por Buckmister Fuller, una contracción de dos ideas: integridad-tensional. La forma estructural está garantizada por la tensión entre las partes que la componen y que operan con máxima eficiencia y economía.
4. Dentro de la Nube todo es brumoso, sin objetos, sin profundidad, sin escala, sin volumen, sin masa, sin superficie, sin contexto ni contraste.
5. En la Nube, el agua es un material de construcción que por la noche sirve de pantalla de proyección.

FOTOGRAFÍAS: ARCHITECTURE OFFICE DILLER+SCOFIDIO